Denuncia: Dirigente social en México abusa sexualmente de su compañera.



Compartimos la denuncia hecha por nuestra compañera Katia Romero, quien fue víctima de abuso sexual parte del dirigente del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). La coordinación del espacio de Juventudes por la Liberación Nacional, como parte de la estructura del MLN, tomará cartas en el asunto y emitirá pronto una resolución. Por lo pronto, refrendamos el apoyo a nuestra compañera. No importa que se trate del dirigente nacional, no toleraremos sus despreciables prácticas. 

Katia: Te creemos. Te protegeremos. Estamos de tu lado. 






DENUNCIA PÚBLICA CONTRA MARCOS TELLO POR ACOSO Y ABUSO SEXUAL*


A las compañeras que militan para construir un mundo mejor para todxs.
A las organizaciones políticas y movimientos sociales de México y Latinoamérica.



Quisiera narrarles el caso de abuso sexual cometido en mi contra, por parte del dirigente de una organización que se asume anticapitalista, antiimperialista y anti patriarcal. El objetivo de la denuncia es provocar la reflexión profunda sobre el rumbo de nuestras organizaciones y su capacidad para generar una alternativa a la barbarie que vivimos. Y, si acaso, acercarme un poco a la justicia que me fue negada.



Presentación de los hechos:

Mi nombre es Katia Romero, tengo 28 años y fui militante del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), desde el 2016 hasta hoy. Mis actividades se remitían principalmente a la coordinación nacional de nuestras plataformas político-sociales (Asamblea Nacional de las Resistencias; Nuevo País; Juventudes por la Liberación Nacional) en la Ciudad de México, por lo que trabajé de cerca con algunos miembros de la dirección política y con el comité ejecutivo del MLN. Fue ahí donde conocí a Marcos Tello, el dirigente más destacado de dicha organización.

Desde el principio, Marcos Tello me acosó sexualmente. Como cualquier mujer, el acoso me incomodaba, pero de alguna manera logré tolerarlo. Mientras pudiera seguir colaborando en la digna causa de la justicia social, podía ignorar las insinuaciones sexuales de Marcos. Así pensaba entonces. Las estructuras de dominación patriarcal nos obligan a normalizar y tolerar el acoso. Así que no le di la importancia que debía. Ese fue mi primer error.

Por la naturaleza de mis tareas, era necesario trabajar frecuentemente con Marcos Tello. En ocasiones se requería viajar por el país para coordinar con nuestros grupos o abrir alianzas con otras organizaciones. Otras veces nos reuníamos para desarrollar los trabajos nacionales e internacionales propios del MLN. Fue en una de estas sesiones de trabajo cuando Marcos Tello pasó de las insinuaciones a acariciar mi brazo y espalda de manera mórbida, intentando pasar a mi pecho. Mi disgusto fue grande y lo alejé de mí. Desde entonces le prohibí tener reuniones en privado conmigo. Sin embargo no le conté a nadie sobre lo sucedido. Ese fue mi segundo error.

Después del grotesco incidente, Marcos mantuvo su distancia y yo pude realizar mis actividades políticas en paz. En ese momento creía que Marcos había desistido de sus intenciones conmigo. En una ocasión me pidió disculpas, avergonzado de su conducta y reconociendo que había obrado de manera indigna. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que quebrara todo límite ético hacia una compañera, traicionando su propia palabra y toda la confianza que pude haber depositado en él.
En enero de 2018, durante una brigada en el estado de Puebla, Marcos Tello abusó sexualmente de mí mientras yo dormía. Él tocó alevosamente todas mis zonas íntimas hasta el momento que desperté y lo aleje de mí. Yo no supe cómo reaccionar. Estaba confundida, aterrada, asqueada. Una vez más, volví a callar.

Pensé mil veces en contar lo sucedido a mis compañerxs, pero me embargaba el miedo de que la información se filtrara fuera de la organización y fuera usada por nuestros enemigos. En ese momento existía un contexto de criminalización de la organización popular por parte del Estado, y lo que menos deseaba era afectar la integridad de mi organización. Marcos Tello, como todo depredador, olfateó ese miedo y me ofreció un pacto que acepté: olvidaríamos lo sucedido y las dinámicas de la organización seguirían su curso. Ese fue mi tercer y último error.

Pero Marcos Tello no tiene honor. Desde febrero de 2018 hasta el presente, se ha tratado de montar todo una campaña de aislamiento, desprestigio y persecución política en contra mía. Marcos, con todo el coto de poder que tiene como dirigente, se encargó de calumniarme e instaurar una versión de la historia en donde yo era la “puta” enojada porque supuestamente él me rechazó. Trató de asilarme políticamente, sosteniendo que mi objetivo era apoderarme de la dirección política, sacándome de todos los espacios de trabajo dentro de la organización.

Y por último, intentó por todos los medios destruir a quienes no aceptaron su versión de la historia y buscaron apoyarme (incluyendo a la organización entera de juventudes del MLN –JLN-, y a mi pareja, Andrés Zamora, también militante del MLN).
Hoy entiendo que Marcos Tello tenía miedo de que yo le denunciara, a pesar del pacto que hicimos, por lo que montó una estrategia para destruir mi figura y mi credibilidad. Usar la calumnia para intentar asilarme y la coerción para destruir mis redes de apoyo fue la jugada que Marcos adelantó para debilitar el impacto de una potencial denuncia.

Ante la arremetida contra mi persona y contra quienes me rodeaban, busqué darle una salida institucional al problema, procurando que fuese una resolución interna que no afectara a la organización, a la que tanto estimaba por su noble tarea y a la que tantos esfuerzos le dediqué. Desgraciadamente no me fue posible; la estrategia de Marcos Tello tuvo un éxito parcial, pues -a pesar del incondicional apoyo de algunxs compañerxs en la organización- hace unas semanas, sin derecho a réplica y sin respeto a los estatutos, se me retiraron mis derechos como militante y se me bloqueó de toda forma de comunicación institucional. Aunque no hubo nunca si quiera un comunicado formal, en los hechos, me expulsaron del MLN junto con mi pareja y un puñado de compañerxs de juventudes.

Durante este tiempo, las crecientes movilizaciones de mujeres que están poniendo un alto a la violencia patriarcal y forman redes de sororidad en todo el país, me han dado la fuerza para hacer esta denuncia. Hay un fermento revolucionario en aquellas hermanas que se enfrentan a todo para que las mujeres dejemos de ser asesinadas, violadas, acosadas, abusadas, explotadas y menospreciadas. Luchamos para que dejemos de ser cazadas en las calles, en el trabajo, en las escuelas e incluso en la familia y el hogar. Yo hoy agrego, también, en las organizaciones sociales. En ese contexto es que hago la denuncia que me he callado este tiempo y en miras de abonar en ese sentido por la liberación femenina y la visibilización de las distintas formas de violencia que sufrimos día con día.

Finalmente, en congruencia con la intención de no seguir tolerando éstas prácticas, hago pública mi renuncia al Movimiento de Liberación Nacional. Es hora de construir un sendero diferente para la emancipación del Pueblo de México, donde la lucha de las mujeres por su liberación pasa a primer plano.


Reflexiones ante el caso:


Quienes luchamos por una sociedad comunitaria y el poder popular, debemos dimensionar la importancia que tiene en este proceso la lucha de las mujeres por su liberación. La pesadilla que las mujeres vivimos hoy en día es fruto del quiebre con la sociedad comunitaria que por millones de años permitió la supervivencia humana. Dicha sociedad era articulada principalmente por las mujeres y su ética de la vida.

En los albores de la civilización, cuando los varones fueron envenenados con la tentación de apropiarse de manera privada del trabajo de la comunidad, tuvieron por fuerza que dominar a las mujeres. Instaurando así los cimientos de la sociedad patriarcal y la primera división de clases. El capitalismo y el colonialismo son hijos pútridos del patriarcado; nacieron de un padre que se forjó con la sangre de las mujeres y de la comunidad, de su pisoteo vil.

Actualmente, la realidad es en extremo compleja, la dominación patriarcal ha hecho simbiosis con la explotación capitalista y la dominación colonial. No todos los fenómenos se reducen solamente al patriarcado, pero algo es seguro: no hay posibilidad de futuro sin nosotras. Las mujeres somos la encarnación del comunitarismo ancestral que por milenios han tratado de destruir. Somos el símbolo de la sociedad comunal que dio origen a la humanidad, que resiste en nuestra lucha popular e indígena y que debe estar en nuestro horizonte siempre. Somos el pasado y el futuro.

Las organizaciones que no incorporen esta lucha en sus principios teóricos y en su combate práctico, están destinadas al fracaso. Por el bien de todas y todos, necesitamos organizaciones que logren vertebrar una alternativa a la barbarie. Eso no será posible si se nos sigue violentando. Muchas de las organizaciones populares en México están debilitándose porque las compañeras están abandonándolas, o en su caso, siendo expulsadas; porque la militancia se vuelve insoportable cuando son nuestros propios compañeros quienes nos violentan y no reconocen nuestros aportes y potenciales.

Combatir las prácticas machistas y la violencia patriarcal no debilita al movimiento social; al contrario, lo fortalece, al eliminar los vicios heredados. Eso es lo que tenemos que entender si queremos triunfar. Y en ese sentido, debemos comenzar por denunciar y combatir la violencia machista desde nuestras organizaciones. Somos nosotras, las mujeres, trabajadoras, indígenas, campesinas, jóvenes, amas de casa, madres, quienes albergamos las semillas de nuevos mundos, que harán florecer la justicia social.



¡La Revolución será feminista o no será!

Katia Romero Granada

#25N, 2019
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer





*En el Código Penal Federal se tipifica el abuso sexual como un delito y se define de la siguiente manera:

“Comete el delito de abuso sexual quien ejecute en una persona, sin su consentimiento, o la obligue a ejecutar para sí o en otra persona, actos sexuales sin el propósito de llegar a la cópula... Para efectos de este artículo se entiende por actos sexuales los tocamientos o manoseos corporales obscenos...”

https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/programas/mujer/6_MonitoreoLegislacion/6.0/12_DelitoAbusoSexual_2015dic.pdf

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